"Eran muy distintos -Martín [Josep M. de Martín] más sosegado, más asilvestrado Gabriel [Gabriel Ferrater]-, pero se quisieron bien y compartieron muy buenos ratos, En una ocasión, Martín incluso lo invitó a su casa de Berga a pasar un par de semanas y pensó que tardaría mucho en volver a hacerlo. Entre otras cosas, recuerda que un mediodía trajeron a la mesa unos pastelitos y ante el asombro de sus anfitriones, los padres del pintor, Gabriel empezó a engullirlos diciendo que estaban buenísimos, sin dejar ni una migaja."
Mª Ángeles Cabré. Gabriel Ferrater. Editorial Omega. Col·lecció "Vidas liteararias". Barcelona, 2002. Pàgines 96-97.
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